Jeannette Bello Mota
Jennifer Lopez canta en los AMA
¡Hasta
el mismísimo culo!
Así
que Jenny ha vuelto al barrio…Después de algún tiempo sin saber de ella,
musicalmente hablando, por estos lares—y por lares quiero decir las redes
sociales que últimamente no me prodigo yo mucho en eventos sociales—llega hasta
mi muro un enlace que me llama la atención durante mi habitual viaje en bus
camino al trabajo:” Jennifer Lopez Killed it at the American Music Awards”.
Sinceramente, lo habría descartado como otra competición por llevarse el mayor
número de titulares luciendo la menor cantidad de tela en la alfombra que
acostumbra ofrecer la prensa, si no fuese por el comentario que añadía quien
compartía este enlace. Sugería que López había recuperado su garra en el
panorama musical hip hop/RNB pero destacaba un posible “beef” con otra grande
de este estilo: Nicki Minaj. Y aquí es donde la curiosidad me pudo y donde se
incendia el debate en las redes—y también mi paciencia.
Comienza
la gala con la artista rodeada de un grupo de bailarinas y bailarines cantando
en directo una versión de su éxito “Waiting for Tonight” que al poco interrumpe
para explicar que esa noche “no se trata de ella si no de la música” y que la
música de este año le da ganas de bailar”. Y así da paso a ocho minutos de
coreografía enérgica a ritmo de un medley de los “hits” del año. Hasta aquí
todo correcto, muy espectacular y propio de un evento como este. Una fiesta por
y para la música presentada por una artista multidisciplinar ya consagrada, una
coreografía que acompaña perfectamente a la música y cuyos pasos son
referencias claras a artistas y vídeos de cada una de las canciones que allí
bailan López y su “crew” de bailarinas y bailarines.
Después
de tantos años escuchando rap y conociendo el carácter interactivo y dialógico
del hip hop no veo en esta actuación ninguna afrenta. Sonrío mientras reconozco
solo algunas de las canciones que tarareo y acompaño a golpe de cuello—no me
atrevo a hacer más por no asustar al resto de viajeras/os. El juego del rap
siempre ha sido así, samplers de clásicos y no tan clásicos de soul, funk y
prácticamente cualquier otro estilo musical que se cortan y reconstruyen entre
las múltiples capas de sonido y ritmo hasta tener un nuevo tema en el que lo
anterior y lo presente se comunican y/o añaden una capa más de significado al
total. Es un guiño homenaje a quien estuvo antes y no se olvida. Es, insisto,
parte del juego reconocer las fuentes, saber quién se esconde tras cada ritmo y
cada frase. Establecer conexión inmediata en nuestra memoria musical, unir en
una nueva narrativa momentos dispersos en la historia es cosa de quienes lo
escuchamos—y no requiere un gran esfuerzo consciente.
Pues
bien, he aquí la mía perturbada por una mirada de odio (y no me refiero a
Minaj). Intercalados en el montaje, se añaden planos de las/os artistas que se
sientan entre el público a medida que llega el trocito de su trabajo que se le
dedica en el medley. Durante los diez segundos en los que suena “Anaconda” se
hace lo propio con Nicki Minaj, en su cara, a mi parecer un, gesto bastante
neutro. Y sin embargo en estos días después de la gala todo parece justificarse
en su gesto y todo viene a complicar y agravar todavía más el ya polémico
discurso del cuerpo de la mujer negra dentro de este género musical.
Cuando
en 1992 Sir Mix-A-Lot lanzara su polémico video y single “Baby Got
Back”—canción que samplea profusamente Minaj en su hit “Anaconda”—hubo dos
reacciones mayoritarias: por un lado su lenguaje cargado de alusiones sexuales
y sexistas fue criticado, y el video censurado brevemente en la MTV; por otro,
el hecho de centrarse y elogiar la anatomía de la mujer negra, en especial su
culo protuberante con respecto a la norma de belleza, hizo que este tema se
celebrase casi como un himno a la curvatura de las mujeres Afroamericanas y una
crítica a los estándares de belleza del momento—en esto último se centra la
intro del vídeo.
Décadas
más tarde, esta visión del cuerpo se populariza y se exagera hasta llegar a
“Anaconda” que más que una celebración del cuerpo curvilíneo es un retrato del
mismo como objeto de deseo masculino— y el culo redondo y protuberante es el
fetiche y elemento central y obligatorio para cualquier artista que pretenda
ser alguien en esta sección de la farándula—y si no me creéis, os invito a ver
este video, o “Booty” de Jennifer Lopez. Es aquí donde encajan J-Lo y el
revuelo que generó su trasero en la primera década de este siglo. Es aquí donde
Nicki Minaj asciende al trono en esta segunda década como reina—es aquí donde
también encaja Kim Kardashian y muchas otras—todas ellas entronadas a ritmo de,
o relacionadas con, este mundo racializado del hip hop. Todas estas mujeres son
artistas y emprendedoras de por sí, con carreras establecidas pero reducidas a,
y limitadas por, sus nalgas. O esta es la conclusión que saco yo después de la
que se ha montado en las redes con la supuesta mirada de celos y disgusto de
Minaj durante los AMA. ¿Qué es más importante aquí? Me pregunto, ¿la música?
¿Quién baila mejor a ritmo de “Anaconda”? ¿Quién tiene el culo más grande? ¿O
esto es como en aquella película y al final del día sólo puede quedar uno?
Reducidas
a un culo protuberante, no importan sus trayectorias, se pelean por quien lo
menea mejor—esto me lleva a conectar con otra narrativa, a otra parte de la
historia que aunque más lejana en el tiempo está claramente vigente hoy en
día—reducidas como lo fue Saartjie Baartman a una “Venus” que sintetiza los
deseos del hombre y los transforma en fetiche y espectáculo, previo pago, para
deleite de las/os curiosas/os. Es el freak show actualizado y glamurizado:
Vengan señoras y señores, clicken y vean las maravillas traídas de
ultra-ghetto, en el siguiente pase les prometemos una lucha de diosas de la
esteatopigia en los barros de Internet.
Hasta
el culo me tienen! En el próximo viaje me hago un sudoku.