martes, 1 de decembro de 2015

La música pop americana y el 'booty culture'


Jeannette Bello Mota

Jennifer Lopez canta en los AMA 

¡Hasta el mismísimo culo!

Así que Jenny ha vuelto al barrio…Después de algún tiempo sin saber de ella, musicalmente hablando, por estos lares—y por lares quiero decir las redes sociales que últimamente no me prodigo yo mucho en eventos sociales—llega hasta mi muro un enlace que me llama la atención durante mi habitual viaje en bus camino al trabajo:” Jennifer Lopez Killed it at the American Music Awards”. Sinceramente, lo habría descartado como otra competición por llevarse el mayor número de titulares luciendo la menor cantidad de tela en la alfombra que acostumbra ofrecer la prensa, si no fuese por el comentario que añadía quien compartía este enlace. Sugería que López había recuperado su garra en el panorama musical hip hop/RNB pero destacaba un posible “beef” con otra grande de este estilo: Nicki Minaj. Y aquí es donde la curiosidad me pudo y donde se incendia el debate en las redes—y también mi paciencia.

Comienza la gala con la artista rodeada de un grupo de bailarinas y bailarines cantando en directo una versión de su éxito “Waiting for Tonight” que al poco interrumpe para explicar que esa noche “no se trata de ella si no de la música” y que la música de este año le da ganas de bailar”. Y así da paso a ocho minutos de coreografía enérgica a ritmo de un medley de los “hits” del año. Hasta aquí todo correcto, muy espectacular y propio de un evento como este. Una fiesta por y para la música presentada por una artista multidisciplinar ya consagrada, una coreografía que acompaña perfectamente a la música y cuyos pasos son referencias claras a artistas y vídeos de cada una de las canciones que allí bailan López y su “crew” de bailarinas y bailarines.

Después de tantos años escuchando rap y conociendo el carácter interactivo y dialógico del hip hop no veo en esta actuación ninguna afrenta. Sonrío mientras reconozco solo algunas de las canciones que tarareo y acompaño a golpe de cuello—no me atrevo a hacer más por no asustar al resto de viajeras/os. El juego del rap siempre ha sido así, samplers de clásicos y no tan clásicos de soul, funk y prácticamente cualquier otro estilo musical que se cortan y reconstruyen entre las múltiples capas de sonido y ritmo hasta tener un nuevo tema en el que lo anterior y lo presente se comunican y/o añaden una capa más de significado al total. Es un guiño homenaje a quien estuvo antes y no se olvida. Es, insisto, parte del juego reconocer las fuentes, saber quién se esconde tras cada ritmo y cada frase. Establecer conexión inmediata en nuestra memoria musical, unir en una nueva narrativa momentos dispersos en la historia es cosa de quienes lo escuchamos—y no requiere un gran esfuerzo consciente.

Pues bien, he aquí la mía perturbada por una mirada de odio (y no me refiero a Minaj). Intercalados en el montaje, se añaden planos de las/os artistas que se sientan entre el público a medida que llega el trocito de su trabajo que se le dedica en el medley. Durante los diez segundos en los que suena “Anaconda” se hace lo propio con Nicki Minaj, en su cara, a mi parecer un, gesto bastante neutro. Y sin embargo en estos días después de la gala todo parece justificarse en su gesto y todo viene a complicar y agravar todavía más el ya polémico discurso del cuerpo de la mujer negra dentro de este género musical.

Cuando en 1992 Sir Mix-A-Lot lanzara su polémico video y single “Baby Got Back”—canción que samplea profusamente Minaj en su hit “Anaconda”—hubo dos reacciones mayoritarias: por un lado su lenguaje cargado de alusiones sexuales y sexistas fue criticado, y el video censurado brevemente en la MTV; por otro, el hecho de centrarse y elogiar la anatomía de la mujer negra, en especial su culo protuberante con respecto a la norma de belleza, hizo que este tema se celebrase casi como un himno a la curvatura de las mujeres Afroamericanas y una crítica a los estándares de belleza del momento—en esto último se centra la intro del vídeo. 

Décadas más tarde, esta visión del cuerpo se populariza y se exagera hasta llegar a “Anaconda” que más que una celebración del cuerpo curvilíneo es un retrato del mismo como objeto de deseo masculino— y el culo redondo y protuberante es el fetiche y elemento central y obligatorio para cualquier artista que pretenda ser alguien en esta sección de la farándula—y si no me creéis, os invito a ver este video, o “Booty” de Jennifer Lopez. Es aquí donde encajan J-Lo y el revuelo que generó su trasero en la primera década de este siglo. Es aquí donde Nicki Minaj asciende al trono en esta segunda década como reina—es aquí donde también encaja Kim Kardashian y muchas otras—todas ellas entronadas a ritmo de, o relacionadas con, este mundo racializado del hip hop. Todas estas mujeres son artistas y emprendedoras de por sí, con carreras establecidas pero reducidas a, y limitadas por, sus nalgas. O esta es la conclusión que saco yo después de la que se ha montado en las redes con la supuesta mirada de celos y disgusto de Minaj durante los AMA. ¿Qué es más importante aquí? Me pregunto, ¿la música? ¿Quién baila mejor a ritmo de “Anaconda”? ¿Quién tiene el culo más grande? ¿O esto es como en aquella película y al final del día sólo puede quedar uno?

Reducidas a un culo protuberante, no importan sus trayectorias, se pelean por quien lo menea mejor—esto me lleva a conectar con otra narrativa, a otra parte de la historia que aunque más lejana en el tiempo está claramente vigente hoy en día—reducidas como lo fue Saartjie Baartman a una “Venus” que sintetiza los deseos del hombre y los transforma en fetiche y espectáculo, previo pago, para deleite de las/os curiosas/os. Es el freak show actualizado y glamurizado: Vengan señoras y señores, clicken y vean las maravillas traídas de ultra-ghetto, en el siguiente pase les prometemos una lucha de diosas de la esteatopigia en los barros de Internet.

Hasta el culo me tienen! En el próximo viaje me hago un sudoku.